Tenemos a un padre que ama corregir nuestro camino, para que caminemos por el camino de la vida que obtiene solo andando de su mano. Tenemos a un padre que ama corregirnos igual
que lo hace un padre terrenal con su nena para que esta aprenda los mejores
modales, para que luego en público no pase vergüenza, para que cuando se vaya convirtiendo
en una mujercita, se vaya manejando con las personas de forma educada y
correcta. Lo mismo hace nuestro amante Dios.
Dios, ese maestro por excelencia
busca constantemente mostrarnos nuestras debilidades, nuestros errores, nuestras malas acciones, pero no con
el fin de avergonzarnos, sino con el fin de que las rindamos a sus pies y
seamos mejores mujeres. Dios anhela que crezcamos cada día un poco más. Dios
anhela que dejemos el comportamiento del pasado que podría cerrarnos puertas,
que podría avergonzarnos ante los demás porque Dios ama exaltar a sus hijos. A
Dios le agrada levantar del suelo a los que confían en él, a Dios le agrada
poner una nueva cara de gozo en las caras de aquellos que una vez lloraban, a
Dios le agrada que caminemos en la excelencia.
Dios ama corregirnos,
disciplinarnos, porque es nuestro padre y nos considera sus hijas, y como nos
considera propiedad suya él se deleita en sentarnos en su regazo y decirnos al
oído lo que está correcto y lo que está mal, lo que a él le gusta y lo que no
le gusta, lo que a él le gustaría que mejoráramos y lo que él desea que dejemos
atrás.
No se cuales correcciones el podrá haberte hecho, ya sea a través de su
santa palabra, a través de una sierva, amigo o amiga amada de confianza, o que
lo haya tratado contigo misma a través de su Espíritu santo, pero deseo
recordarte que lo hace porque te ama. No te entristezcas porque te muestre algo
que hay en tu corazón, pues su deseo es que se lo entregues en este momento en
oración a él, para que él lo cambie. No para que te devuelvas, te detengas, te
amilanes y pienses de ti misma que ya
todo terminó, que las puertas no se seguirán abriendo, que no lograrás lo que esperas
porque simplemente te diste cuenta de alguna actitud o comportamiento que es
desagradable delante de Dios.
No es el momento para llorar, es
el momento para alegrarte porque si Dios te está corrigiendo, es porque tiene
cosas grandes que ya anhela colocar en tus manos. Esta corrección que ha podido
venir a tu vida no es para vergüenza, ni para oprobio, ni para muerte, esta
corrección es para bendecirte aun mas, es para vida, es para abundancia, es
para que te parezcas más y más a él, pues él anhela crecer mas y mas en ti.
Identifica aquello de lo que Dios
ya te habló, ríndelo a sus pies en oración, descansa en su regazo, invita al
Espíritu santo de Dios que te ayude con el cambio que debes experimentar y
alégrate porque se están abriendo nuevas puertas de bendición, grandes
oportunidades hoy están descendiendo sobre ti. Mira, mira, mira, puede que en
este momento se escuche el silbato del tren de la bendición, de la exaltación,
del ascenso que está llegando a tu puerta, súbete, que el chofer es
JESUCRISTO!!
Te dejo para leer; Hebreos 12:6,
Salmos 94:12, Deuteronomio 8:5, Apocalipsis 3:19.
Dios siga bendiciendo tu camino y tu vida!