A veces vemos personas que van
alcanzando logros en su vida, conforme a
su lista de prioridades. Algunas logran un ascenso profesional, otras logran
tener muchas posesiones materiales, otras logran pertenecer al grupo, equipo, círculo
con el cual sonaban, otras logran graduarse de la carrera que deseaban, otras
logran casarse con la persona que buscaban, otras logran vivir en el mejor lugar de acuerdo
a su opinión, y un sinnúmero mas de cosas que los seres humanos deseamos,
anhelamos y diseñamos en nuestras mentes. Pero lo desastroso es cuando en
el fondo muchas de esas personas sienten
la necesidad de publicar a los cuatro vientos lo que poseen para que todos lo
sepan, porque en el fondo esto suele denotar una carente autoestima sana y se llega
a pensar que lo que puedan poseer le otorga algún valor especial extra como
persona.
Hoy el señor nos recuerda que nuestra valía radica en él, que nuestro
punto de referencia para sentirnos valiosos, debe ser lo que el Señor dice de
nosotros en su palabra. Él nos recuerda que somos su linaje escogido, su pueblo
adquirido, que somos una nación santa, que somos parte del real sacerdocio, la niña
de sus ojos, sus hijas, ovejas de su prado. Que somos de inmenso valor y que
nada ni nadie puede hacernos más o menos valiosos, ya que él lo hizo por
nosotros al derramar su sangre en la cruz.
Si ves un diamante que esté envuelto en una bolsita de papel gris, usada,
fea y avejentada, te pregunto, ¿Crees
que el valor del diamante se vería menguado? Pues tengo la respuesta para ti: ¨A
pesar de la envoltura, el diamante sigue siendo diamante¨ ¨ no pierde su valor,
ni su peso, ni su brillo¨. SIGUE VALIENDO MUCHO. Igual pasa con nosotros; no importa lo que
uses, lo material que puedas poseer, no importa la casa que puedas comprar, no
importa el terreno que puedas adquirir, no importa el dinero que puedas tener
en el banco, no importa el apellido que puedas ostentar, no importa el lugar
donde nazcas o vivas o lo que puedas estudiar, ni los negocios que puedas
hacer. Lo que importa es que tu valor como persona, como ser humano, depende únicamente de que camines de la mano
de Jesús y entiendas que para él YA ERES VALIOSO, IMPORTANTE, ESPECIAL, UNICO,
porque él te creó así.
Deja de estarte midiendo por lo
que la sociedad dice o sugiere que te hace ser importante, valiosa, admirada y
empieza a entender que todo eso es Pasajero y que lo único que perdura es lo
eterno, lo que Dios dice de ti, su palabra. El cielo y la tierra pasarán pero
su palabra no pasará. Detente y deja de
correr la carrera que el mundo nos dicta, los paradigmas sociales, los símbolos
de estatus usados para calificar a
alguien como valioso o no.
Empecemos a depender más de la opinión
que Dios tiene acerca de nosotros, empecemos a cambiar la propia imagen que
tenemos de nosotros mismos, empecémonos a vernos como el maestro nos ve, vamos
a soltar los complejos. Desde el primer momento que permitimos que Dios padre
establezca en nosotros su visión, empezaremos a tener una autoestima sana,
basada únicamente en los principios bíblicos y en nuestro andar con Jesús,
empezaremos a vernos en el espejo espiritual y decir: ¨Realmente mi Dios me ha
hecho hermosa, valiosa y bendecida¨.
Estamos en el mundo pero no somos
del mundo. Que otros se conviertan a nuestra autoestima sana y autoimagen
renovada conforme a la de Cristo y no
que nosotros nos valoremos por el hecho de poseer cosas superfluas que con el
tiempo desaparecen.
Dios te ama demasiado para permitir
que sigas viviendo como alguien que su único propósito sea poseer y poseer, mas y mas, para sentirse realmente importante,
olvidando que ya desde la fundación del mundo Dios dijo que lo eres, solo
porque él te ha creado! ¡Eres su especial tesoro!
Te dejo para leer: 1ra de Pedro
2:9, Malaquias 3:17, Jeremías 15:19, Salmos 100:3.
Dios te bendice y te ama
mucho!!!!